Es el amor por Jesús lo que tiene el poder de aplastar el orgullo del líder. Es el amor por Jesús lo que enciende y protege nuestro amor mutuo. Es el amor por Jesús lo que convierte los logros del ministerio en una razón para adorar. Es el amor por Jesús lo que protege a un líder tanto del miedo al hombre como del miedo al fracaso.