Algo que quería contarte: Trece historias (Spanish Edition)

by Alice Munro

Si había mujeres que se pasaban la vida entera esperando, y mujeres ocupadas que no esperaban, sabía de cuáles quería ser.

El amor no es inevitable, ni mucho menos, hay que tomar una decisión. El problema es que cuesta saber cuándo se tomó esa decisión, o cuándo, aunque pareciera una frivolidad, pasó a ser irreversible. No hay una señal clara de advertencia.

proyectaba esperanzas en ti, unas esperanzas inmensas. Me negaba, me niego, a verte como parecías verte a ti mismo.

La mitad de mis preocupaciones en el amor se centraban en enmascarar el amor, para hacerlo inofensivo y alegre. Qué farsas tan humillantes.

La gente cree en empezar de nuevo, hoy en día. Hasta el final mismo de la vida. Se debe permitir. Volver a empezar con otra persona, sin que nadie más que tú sepa quién has sido antes; nadie puede impedir que alguien lo haga. La gente generosa abre sus puertas de par en par y desea buena suerte. ¿Por qué no? Pasará de todos modos.

Proximidad, imposibilidad, renuncia. Eso puede pasar por un amor imperecedero. Y creo que esa sería la elección de mi abuela, una pasión peligrosa enaltecedora y abnegada, nunca satisfecha, nunca expuesta, para prolongarse una vida entera. No reconocida, tampoco, salvo quizá entonces, una o dos veces, bajo circunstancias impetuosas. «No debemos volver a hablar nunca de esto.»

Incluso en aquel lugar de gente parca en palabras se creaban historias. A cada cual le perseguían sus historias allá donde iba.