Durante los años siguientes a la publicación del estudio de Kühne, arraigó en la imaginación popular que las retinas de una persona recién fallecida siempre mostraban la última imagen que había visto antes de morir. En ocasiones, la policía fotografiaba las retinas de las víctimas de asesinato con la esperanza de descubrir la identidad del asesino. Pese a su confeso escepticismo hacia esta clase de trabajo forense, Kühne llevó a cabo una grotesca investigación de las retinas de un hombre ejecutado por asesinar a sus hijos. Los resultados fueron insatisfactorios.186

