Elizabeth Pantoja

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Me sentía como si fuera la única cuya vida no había empezado de verdad. El cronómetro seguía avanzando, pero yo ni siquiera era capaz de encontrar la línea de salida. El suelo bajo mis pies parecía inestable, como si fuera por la vida con patines. Era presa de una necesidad exasperante de hacer algo, como alguien que va en un tren en marcha y está tan impaciente por llegar a su destino que no puede quedarse sentado y salta por la ventana para ir corriendo.
Cada día es un buen día: La ceremonia del té y sus secretos para la felicidad (Planeta) (Spanish Edition)
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