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Tenía tendencia a sentarse a esperar cosas sin saber que, a veces, lo importante es lo que ocurre en el acto mismo de esperarlas.
Fue entonces cuando concluyó que tomar decisiones es lo que nos hace adultos, pero arrepentirse de ellas es lo que nos hace humanos.
Por eso no pueden cerrarse los ojos tanto tiempo, cariño. Se corre el riesgo de creerse los propios sueños.
A su padre le gustaba andar liviano, porque ya estaba en esa edad en que las cosas imprescindibles de la vida no son cosas.
«Debes comprender que en este mundo hay personas que nacen para mirar y otras para ser miradas»,
todas las obsesiones terminan siendo tóxicas, incluso si aquello que obsesiona es desintoxicarse.
cada uno sacó sus propias conclusiones, pero las dejaron escondidas en ese lugar de la cabeza en el que se guardan las conclusiones que no quieren aceptarse.
Era blanca, como el Espíritu Santo y, según había interpretado en clases de religión, ese era un espíritu en el cual no se podía confiar. Había embarazado a la Virgen María y luego la había abandonado. Las palomas blancas no eran de fiar. Ni los espíritus. Ni los santos. Ni las vírgenes. Ni los padres.
morirse no necesariamente implica que el corazón deje de latir, a veces, solo basta con quedarse quieto.
un hogar solo es un hogar cuando está llamado a perdurar en el tiempo y es habitado por seres que se quieren y se necesitan.
El concepto de familia nos lo han querido vender en el mejor de los envoltorios, y por eso la mayoría termina aceptándolo como un regalo. Para mí es todo lo contrario. No hay institución más siniestra que la familia. Un cúmulo de rémoras pugnando por sobrevivir, aunque sea a costa de alguno de sus integrantes. Siempre es así, siempre hay algún sacrificado.
Se invirtieron recursos en ella que el pueblo no poseía, pero a la gente no le importó, porque la idea de ser la más grande de la región fue un argumento suficiente para que los feligreses se metieran la mano al bolsillo y contribuyeran con un diezmo que necesitaban para cosas más urgentes, por ejemplo, una estación de bomberos. Sin embargo, el cura fue muy convincente con su discurso y les vendió culpa para que tuvieran que comprar perdón. Y lo compraron. Y la construyeron. El día de la inauguración encendieron tantas, pero tantas velas que fue imposible entrar sin chutarlas. Como
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