El arquitecto hace una lista de aquello que la joven, con su actitud, ha ido minando en él, y concluye que todo se reduce a una cuestión de piel. Desde que ve la muerte en el horizonte, es decir, desde hace bastante tiempo, sitúa el deseo en el centro de lo que para él es el amor. A todas luces, Lucie lo situaba en la periferia.