La creencia radical en la necesidad ser fuerte, típica de muchas personas que desarrollan enfermedades crónicas, es un mecanismo de defensa. Al niño que percibe que sus padres no pueden apoyarlo emocionalmente más le vale desarrollar una actitud de «Puedo ocuparme de todo yo solo». De otro modo, podría sentirse rechazado. Una manera de no sentirse rechazado es no pedir nunca ayuda, nunca admitir «debilidad», creer que se es lo suficientemente fuerte parar soportar cualquier vicisitud en solitario.