«Verás, la sobreactuación, el levantar la voz, los gritos e incluso los golpes, todo aquello que hace una persona, sirve de defensa contra la experiencia de la ira. Es una defensa para evitar que la ira permanezca en nuestro interior, donde puede ser sentida profundamente. La descarga nos defiende contra la verdadera experiencia de la ira».