«Tanto los estresores externos como internos contribuyen al desarrollo del síndrome de intestino irritable. Los estresores externos incluyen el maltrato durante la infancia y otras tensiones patológicas, que alteran la respuesta al estrés y hacen más vulnerable a un individuo predispuesto a desarrollar el síndrome. Más adelante, las infecciones, la cirugía, los antibióticos y estresores psicosociales pueden contribuir al inicio del síndrome y su exacerbación»