Parece que cuanto mayor es el nivel de desarrollo económico, más anestesiados nos hemos vuelto respecto a nuestras realidades emocionales. Ya no sentimos lo que ocurre en nuestros cuerpos y, por tanto, somos incapaces de actuar de manera autoprotectora. La fisiología del estrés corroe nuestros cuerpos no porque haya dejado de sernos útil, sino porque ya no poseemos la habilidad para reconocer sus señales.