Un ejemplo de esta ruptura en la armonización se da cuando el progenitor aparta la mirada primero durante uno de sus intensos y placenteros intercambios de miradas. Se produce otra ruptura cuando insiste en estimular a un niño que se encuentra descansando solo porque desea un contacto mutuo, incluso si el niño lo que necesita en ese momento es un respiro de la intensidad de su interacción.