La autorregulación requiere de las actividades coordinadas de zonas del cerebro anatómicamente separadas, además de la predominancia benigna de las regiones superiores y más recientemente desarrolladas del cerebro sobre las bajas. La parte más antigua del cerebro —y la más esencial para la vida— es el tronco cerebral, de donde surgen los primitivos impulsos de supervivencia del «cerebro reptiliano» y donde se controlan las funciones autonómicas básicas, incluidas —entre otras— el hambre, la sed, los