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La ciencia dice que uno empieza siendo carbón y termina siendo carbón. Quizá esa sea la lección vital que había que aprender.
«Temer al amor es temer a la vida, y aquellos que temen a la vida ya están muertos en tres cuartas partes»,
Una persona era como una ciudad: no se puede permitir que un par de cosas poco agradables te echen a perder el resto. Siempre habrá algunas calles o barrios que no te gusten. Pero lo bueno hace siempre que el conjunto merezca la pena.
La muerte es lo contrario de la posibilidad.
Existir sin expectativas, ni siquiera las propias.
Quizá en algunas vidas uno simplemente flota sin esperar nada más, sin intentar siquiera cambiar. Quizá así fueran la mayoría de vidas.
—La única manera de aprender es vivir.
—No infravalores nunca la gran importancia de las cosas pequeñas
—«La desobediencia es el verdadero cimiento de la libertad. Los obedientes habrán de ser esclavos.»
Dedicamos tanto tiempo a desear que nuestras vidas sean distintas, a compararnos con otras personas, con otras versiones de nosotros mismos… Cuando realmente todas las vidas tienen cierto grado de cosas buenas y cierto grado de cosas malas.
La tristeza es intrínseca a la felicidad, es uno de los hilos del tejido de la felicidad, por decirlo así. Por supuesto, todas estas cosas se presentan en distinto grado y cantidad. Pero no existe ninguna vida en la que podamos sentirnos felices para siempre. Imaginar lo contrario solo consigue hacernos más infelices en la vida que nos ha tocado vivir.
El peón es una reina en potencia. Lo único que tienes que hacer es no dejar de avanzar nunca. Una casilla tras otra, hasta llegar al otro lado. En ese momento, desencadenas un poder inigualable.
—Lo divertido es saltar, mon amie. —Pero ¿y si lo divertido fuera realmente aterrizar?
—Es que no entiendo la vida. Eso es lo que me pasa —rezongó Nora. —No tienes que entender la vida. Tienes que vivirla. Nada más.
—Solo conocemos lo que percibimos. Todo lo que experimentamos es, en última instancia, lo que nuestra percepción interpreta. «No es el objeto que uno mira lo importante, sino lo que ve en él.»
Resulta muy revelador descubrir que el lugar al que deseabas escapar es exactamente el mismo lugar del que escapaste. Que la cárcel no era el lugar, sino el punto de vista.
La paradoja de los volcanes es que son símbolos de destrucción, pero también de vida. Cuando la lava se ralentiza y se enfría, termina solidificándose y, con el tiempo, se resquebraja y acaba por convertirse en suelo nutricio y fértil.