Afuera hacía tres grados bajo cero, pero Sergio ya sabía que los gorriones eran una plaga: se comían las semillas de trigo y arroz que eran del pueblo. Se decía que unos años antes, hacia 1959, la plaga había sido tan intensa que la gente de las aldeas se organizó para salir todos los días, a las doce en punto, con la misión única de hacer ruido. Reventaban cohetes y hacían sonar las matracas y los gongs y las campanas, y consiguieron armar tanto alboroto durante tanto tiempo que los gorriones empezaron a morir de infarto, agotados por no poder descansar. Aquel año las cosechas se salvaron de
...more

