Tenía la impresión de que el bato que fumaba detrás del volante a un lado suyo ya no era su primo, que ya no era el mismo Milton de siempre, risueño y despreocupado, lenguaraz y optimista, sino alguien totalmente distinto, una persona diferente, que se le parecía en lo físico pero que no terminaba de cuadrar con el otro que había sido antes.

