Se trata, como adelantaba Despentes, de ser capaces de expresar nuestras fantasías y tal vez de esa manera llegar a comprenderlas. Pero también de trabajar a favor de un deseo plural por medio del consentimiento, pues, en palabras de Punsoda, «pensar las tensiones sexuales para proteger al débil es un deber para con la persona y la historia. Hacerlo sin matar el deseo es un deber para con la vida, el arte y la gracia del mundo».




