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—Lo que me pesa —digo— es el hecho de que tengo una familia de mierda y que me repugna la idea de mi propio futuro.
—Fue hace más de dos años, poco después de la historia con Gregg —empieza mi hermana y al momento siento que me invade la cólera. Gregg Fletcher se hizo pasar por el novio de Lydia varios meses, aunque en realidad era redactor de un periódico nacional. Se aprovechó de ella y le rompió el corazón sólo para conseguir información sobre nuestra familia y nuestra empresa. Cojo más fuerte la mano de Lydia—.
—No es suerte, has trabajado muy duro.
—Que no seas suficientemente buena para mí.
—¡Para mí, sí! ¡Para mí lo que tú quieres siempre ha sido importante! —grito golpeándole con las dos manos el pecho.
Estoy enamorado de Ruby Jemima Bell.
Me da igual a quién tenga que enfrentarme y me da igual que mi padre me ponga de patitas en la calle. Lydia me preguntó una vez si Ruby valía tanto como para pasar por todo esto. Me dejé influir por mi entorno y creí que no merecía la pena. Fue la decisión más estúpida que he tomado jamás y me odio a mí mismo por haberla apartado de ese modo. Sé que no puedo dar marcha atrás, pero al menos tengo que intentarlo.
»Tengo miedo porque sé que no puedo hacer nada. Nunca podré protegerte de él. —Siento latir el corazón en el cuello. Yo mismo sé que parezco un pobre idiota, pero quiero ser sincero con ella, cueste lo que cueste—. Conquistarás el mundo, Ruby. Y deberías estar con alguien que te apoye en tu camino y cuya familia te reciba con los brazos abiertos. Pero yo no te lo puedo ofrecer. Yo sólo puedo acarrearte un montón de problemas que no sé cómo resolver.
En la escuela se ve que es una persona que sabe lo que quiere; que por lo visto en la cama suceda igual me deja atónito.
deja que la desnudes aunque no te lo merezcas».
Siento que de repente se tensa y beso su pecho para comunicarle que eso está bien y que debe tomarse su tiempo.
Cuando vuelvo a levantar la vista, su mirada es tan cariñosa que siento un hormigueo en el estómago—.
Si James Beaufort fuera mi novio, no haría eso. Si fuera mi novio, habría acudido a mí y me habría confiado su problema en lugar de acallar su dolor con alcohol y drogas junto a sus frívolos amigos. Si fuera mi novio, la lengua de otra chica no estaría ahora en su cuello.

