Inesperadamente, James vuelve a cogerme de la mano. Y me toma por la cintura: aguanto la respiración. Mi corazón se acelera y no sé cómo es posible, pero me resulta sorprendentemente agradable que me toque. En ese momento ya no puedo ni acordarme de por qué me cae mal. «¿Qué está haciendo conmigo?»

