Sara osorio p

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La rabia desaparece y en su lugar surge la desesperación. Es exactamente la misma sensación que me invadió en la fiesta cuando me imaginé que tenía que despedirme de él. Pero ahora es mucho más fuerte, duele mucho más. Porque su despedida parece definitiva. Lo intento de nuevo y levanto la mano, la coloco en su mejilla. Acaricio dulcemente su piel con el pulgar. —Tú no eres ni horrible ni malo ni falso. —Suelta
Save Me (Maxton Hall, #1)
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