Todos los personajes de Dostoievski se interrogan sobre el sentido de la vida. Son modernos en eso: no temen al ridículo. Lo que distingue la sensibilidad moderna de la sensibilidad clásica es que esta se nutre de problemas morales y aquella de problemas metafísicos. En las novelas de Dostoievski la cuestión se plantea con tal intensidad que no admite sino soluciones extremas.