No lo ignoramos, todas las Iglesias están contra nosotros. Un corazón tan tenso se hurta a lo eterno y todas las Iglesias, divinas o políticas, aspiran a lo eterno. La felicidad y el valor, el salario o la justicia, son para ellas fines secundarios. Lo que aportan es una doctrina y hay que suscribirla. Pero yo nada tengo que ver con las ideas o con lo eterno. La mano puede tocar las verdades que son a mi medida. No puedo separarme de ellas. Por eso no podéis fundar nada sobre mí: nada del conquistador perdura, ni siquiera sus doctrinas.