El hombre absurdo vislumbra así un universo ardiente y helado, transparente y limitado, donde nada es posible pero todo está dado, y más allá del cual solo se hallan el hundimiento y la nada. Puede entonces decidirse a aceptar la vida en semejante universo y sacar de él sus fuerzas, su negativa a esperar y el testimonio obstinado de una vida sin consuelo.