Por eso las novelas, al igual que el Diario, plantean la cuestión absurda. Instauran la lógica hasta la muerte, la exaltación, la libertad «terrible», la gloria de los zares vuelta humana. Todo está bien, todo está permitido y nada es detestable: son juicios absurdos. ¡Pero qué prodigiosa creación aquella en la que estos seres de fuego y hielo nos parecen tan familiares!