—Te amo —le susurró a Elide al oído—. Te amé desde el momento en que levantaste esa hacha para matar al ilken —las lágrimas de Elide volaban en el viento y desaparecían detrás de él—. Y estaré contigo… —su voz se quebró pero se obligó a decir las palabras, a decir la verdad de su corazón—. Estaré contigo siempre.