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Kindle Notes & Highlights
La idea, por su naturaleza misiva, necesita ser comunicada: escrita, explicada, realizada. Como la hierba, la idea busca la luz, ama las multitudes, las cruza, la enriquecen, crece más vigorosa cuando se la pisa.
La libertad se apoya más sin duda en la franqueza que en la ocultación, y la libertad siempre merece que se corra el riesgo.
La vía más eficaz para destruir las ideas no es reprimirlas, sino ignorarlas.
Lo que enloquece a la gente es tratar de vivir fuera de la realidad. La realidad es terrible. Puede matarte. Si le das tiempo, te matará sin ninguna duda. La realidad es dolor...
Siempre es más fácil no pensar por tu propia cuenta. Encontrar una jerarquía agradable y segura, y dejarse estar. No cambiar nada, no arriesgarte a las censuras, no intranquilizar a tus síndicos. Dejarte gobernar es siempre más cómodo.
No es fuerza lo que se gana haciendo daño. Solo debilidad.
Ustedes son ricos, nosotros pobres. Ustedes tienen, nosotros no tenemos. Todo es hermoso aquí. Menos las caras. En Anarres nada es hermoso, nada excepto las caras. Las otras caras, los hombres y las mujeres. Nosotros no tenemos nada más. Aquí uno ve las joyas, allí uno ve los ojos. Y en los ojos ve el esplendor, el esplendor del espíritu humano. Porque nuestros hombres y mujeres son libres. Y ustedes los poseedores son poseídos. Viven todos en una cárcel. Cada uno a solas, solitario, con el montón de lo que posee. Viven en una cárcel y mueren en una cárcel. Eso veo en los ojos de ustedes...,
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Hay ochocientas personas esperando ese furgón de grano, decía, y ¿cuántos de ellos morirán si no les llega? Más de un par, muchos más. Así que parece que hizo bien. Pero yo no puedo sumar o restar de ese modo. No sé si está bien contar personas como se cuentan números. Pero entonces, ¿qué haces? ¿A quiénes matas?
Mi mundo, mi Tierra, es una ruina. Un planeta arruinado por la especie humana. Nos multiplicamos y nos devoramos unos a otros y peleamos hasta que no quedó nada en pie y entonces perecimos. No dominábamos ni nuestros apetitos ni nuestra violencia; no nos adaptamos. Nos destruimos a nosotros mismos. Pero primero destruimos el mundo. Ya no quedan bosques en mi Tierra. El aire es gris, el cielo es gris, siempre hace calor. Es habitable, todavía es habitable, pero no como este mundo. Este es un mundo vivo, una armonía. El mío es una discordia. Ustedes, los odonianos, eligieron un desierto;
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