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Estoy tan destrozada como tú. Deja, por lo que más quieras, que yo elija mi propia forma de duelo.
ocurre la desgracia que han provocado entre todos, ninguno se siente responsable porque, total, yo sólo pinté, yo sólo revelé dónde vivía, yo sólo le dije unas palabras que igual ofenden, pero, oye, son sólo palabras, ruidos momentáneos en el aire.
Aquel amor tan frágil, tan de vidrio y porcelana, que tú hiciste añicos, sí, tú, yace muerto en la misma tumba que tu padre.
Pero, claro, hay que llenar la vida de argumentos, tener un orden y una dirección, ponerle a cada amanecer un motivo de veras estimulante para saltar de la cama, si no con ilusión, al menos con energía e impedir que de pura inactividad se te anquilosen hasta los pensamientos.