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Llegar a todo aquel nuevo mundo de literatura, con tiempo para leer en una ciudad como París donde había modo de vivir bien y de trabajar por pobre que uno fuera, era como si a uno le regalaran un gran tesoro.
Pobre todo el mundo —dijo Hadley—. Ricos los gatos que no tienen dinero.
—¿Crees que la gente se divierte tanto con cosas tan simples? —Tal vez no sea tan simple.
Hay quien dice que el corazón no existe. Desde luego, si no lo tienes, no puedes rompértelo,