Buena parte del sufrimiento emana de nuestra falsa creencia de que no podemos ser amados y sinceros, que, si queremos ganarnos la aceptación y aprobación de los demás, tenemos que negar o esconder a nuestro verdadero yo. En mi labor, procuro brindar a mis pacientes un amor incondicional y guiarlos para descubrir que solo somos libres cuando nos quitamos la máscara, dejamos de cumplir los roles y expectativas que los demás nos imponen y empezamos a amarnos a nosotros mismos de forma incondicional.