Ledda Danae Danae

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Hay muchas buenas razones por las que evitamos nuestros sentimientos: son incómodos, o no son los sentimientos que creemos que deberíamos tener, o tenemos miedo de cómo podrían herir a los demás, o nos asusta lo que podrían significar, lo que podrían revelar de las elecciones que hemos hecho, o de las que haremos en adelante.
En Auschwitz no había Prozac: 12 consejos de una superviviente para curar tus heridas y vivir en libertad
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