Poner los cuernos es arriesgado. No hay nada más excitante que un nuevo amante. En una cama nueva no se habla sobre quién tiene que sacar la basura, ni a quién le toca hacer la ronda para llevar a los niños del barrio al fútbol. Es todo placer, sin responsabilidades. Y es temporal. Cuando empezó la aventura, Robin se sintió viva y alegre durante un tiempo, más optimista, más satisfecha, capaz de tolerar el statu quo en casa porque ya estaba saciando su sed de afecto e intimidad en otra parte. Pero entonces su amante le dio un ultimátum. Tenía que escoger: su marido o él.