Las cosas que practicamos se nos van dando mejor. Dedica al menos cinco minutos al día a saborear sensaciones placenteras: el primer sorbo de café por la mañana, el tacto cálido del sol en la piel o el abrazo de un ser querido, el sonido de la risa o de la lluvia sobre el tejado, el olor a pan horneado. Tómate un tiempo para sentir la alegría y regodearte en ella.