Uno de nuestros primeros miedos concierne al abandono. Pronto aprendemos a ganarnos las tres aes: atención, afecto y aprobación. Descubrimos lo que hay que hacer y en quién debemos convertirnos para satisfacer nuestras necesidades. El problema no es que hagamos estas cosas, sino que sigamos haciéndolas. Mentalmente, creemos que tenemos que hacerlo para que nos amen.