Cuando estoy intentando ayudar a un paciente a descubrir el momento en que empezó a generar este patrón de conducta, suelo preguntarle: «¿Hay algo que hagas en exceso?». A menudo usamos sustancias y hacemos cosas para curar nuestras heridas: comemos, tomamos azúcar, bebemos alcohol, compramos, apostamos, tenemos relaciones sexuales... Incluso podemos hacer cosas saludables en exceso. Podemos volvernos adictos al trabajo, al ejercicio o a dietas restrictivas. Pero cuando tenemos sed de afecto, atención y aprobación —las cosas que no tuvimos de jóvenes—, nada nos va a bastar para satisfacer la
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