Las personas más tóxicas y aborrecibles de nuestra vida pueden ser nuestras mejores maestras. La próxima vez que estés en presencia de alguien que te fastidie o te ofenda, mírale con ternura y piensa lo siguiente: «Es humano, ni más ni menos; humano como yo». Y luego pregunta: «¿Qué has venido a enseñarme?».