Fue en la cocina con su empapelado loco como nuestro telón de fondo en donde pasamos la mayor parte del tiempo juntos como familia, sentados a la mesa con espacio para seis. Y ahora que podíamos hacerlo, nos convertimos en aquello que tanto temíamos: una familia que veía la televisión mientras comía. Las familias mexicanas, nuestra familia en México, no tenían televisiones en la cocina, mucho menos en el comedor. ¿Qué podría ser más ofensivo y más gringo que eso?

