Gérman se definía a sí mismo como feminista y se esforzó en serlo, así que trataba de no exigirme nada. Yo luchaba con la feminista dentro de mí. A veces sentía que era una estadounidense gringa cabrona que esperaba que su hombre se cuidara a sí mismo para dejarme a mí hacer lo que yo quería, enfocarme exclusivamente en mi carrera y en el maldito trabajo de tiempo completo. Yo llegaba tarde a casa, no hacía la cena y a veces seguía trabajando. Aunque él nunca dijo nada, yo me preguntaba si a Gérman le habría gustado otro tipo de mujer. Una mujer para la que él fuera lo primero. Yo no entendía
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