La réplica de Hayek a dicha objeción es muy reveladora. En vez de intentar mostrar que quienes obtienen recompensas generosas en el mercado se las merecen desde el punto de vista moral, rechaza la idea de que las recompensas económicas reflejen los méritos de las personas, o el merecimiento moral de estas. Ahí está el meollo de su distinción entre mérito y valor.