El dinero, en realidad, es una de las posesiones menos satisfactorias. Indudablemente, quita algunas ansiedades, pero introduce tantas como quita. Hay aflicción en su búsqueda. Hay ansiedad en su conservación. Hay tentaciones en su utilización. Hay culpa en su abuso. Hay dolor en su pérdida. Dos terceras partes de todas las luchas, peleas y pleitos en el mundo surgen de una sola causa: el dinero.2




