Más de un tercio de los muertos por el virus en Corea hacen parte de aquel pabellón psiquiátrico en un hospital de Cheongdo. Quizás los enfermos no eran capaces de decir si tenían o no síntomas diferentes a la fiebre. O nunca creyeron en su tos. La mayoría llevaba varios años recluido en aquel pabellón de ventanas y puertas clausuradas para que no se hicieran daño.

