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September 18 - September 27, 2022
Cómo emprenderás la búsqueda de aquello cuya naturaleza desconoces por completo?».
Según la concepción de Benjamin, perderse es estar plenamente presente, y estar plenamente presente es ser capaz de encontrarse sumergido en la incertidumbre y el misterio. Y no es acabar perdido, sino perderse, lo cual implica que se trata de una elección consciente, una rendición voluntaria, un estado psíquico al que se accede a través de la geografía. Aquello cuya naturaleza desconoces por completo suele ser lo que necesitas encontrar, y encontrarlo es cuestión de perderse.
clave para sobrevivir es saber que te has perdido»:
Recibí formación sobre esta materia de un experto en actividades al aire libre que insistía en que siempre, hasta en la excursión más nimia, hay que llevar ropa para la lluvia, agua y otras provisiones, que se debe ir preparado para poder pasar fuera el tiempo que haga falta, pues los planes se tuercen y la única cosa que hay segura acerca del tiempo es que cambia.
Para Woolf, perderse era más una cuestión de identidad que de geografía, un ferviente deseo (incluso una necesidad imperiosa) de no ser nadie o de ser cualquier otra persona, de liberarse de las cadenas que te recuerdan quién eres, quién creen los demás que eres.
En wintu, es el mundo el que es estable y eres tú el que eres condicional, el que no eres nada al margen de tu entorno.
Naturalmente, si olvidas el pasado pierdes la sensación de la pérdida, lo que supone perder el recuerdo de una riqueza desaparecida y de una serie de pistas que te guían por el presente; no es un arte de olvidar, sino de saber dejar atrás.
de lo
de lo
En la infancia no existe la distancia: para un bebé, una madre que se ha ido a otra habitación ha desaparecido para siempre; para un niño, el tiempo que falta para un cumpleaños es eterno. Lo que está ausente es imposible, irrecuperable, inalcanzable.
lo que hizo para dejar de estar perdido no fue regresar, sino transformarse.
Para algunos de ellos, quizá llegó un punto en el que se dieron cuenta de que los anhelos del pasado se habían vuelto una costumbre más que otra cosa y de que no sentían el deseo de regresar a su hogar, sino que ya hacía tiempo que estaban en
los cautivos tenían que perder su pasado para poder vivir en el presente. Esta renuncia a los recuerdos, a los antiguos vínculos, es el elevado precio de la adaptación.
El deseo hacia esas personas es en parte un deseo de alcanzar un noble destino, y su belleza puede parecer una puerta que conduce al sentido y no solo al placer.
Sin embargo, sucede a menudo que lo único que tienen de extraordinario esas personas es el efecto que causan en los demás. La belleza y el atractivo excepcionales están entre las virtudes que concede el hada madrina malvada en el bautizo. Quien las recibe adquiere un poder considerable sobre los demás, lo cual puede hacer que la persona esté tan ocupada siendo una especie de sirena en las rocas en las que otros naufragan que se olvide de que tiene que encontrar su propio rumbo.
Los jóvenes viven totalmente en el presente, pero en un presente lleno de dramatismo e imprudencia, un presente en el que actúan movidos por impulsos y hacen lo que hacen los demás.
Pero el propio miedo a equivocarse puede acabar siendo una gran equivocación, una equivocación que te impide vivir, pues la vida está llena de riesgos y no correrlos ya supone una pérdida.
Salir de una relación es un poco como enamorarse: todo adquiere una especie de incandescencia, como si la persona amada que estaba en el primer plano se hubiera hecho a un lado y ahora tu mirada se posara con la misma intensidad en todos los elementos de la vista que antes quedaban tapados por ella.
«Existe lo conocido conocido: cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que existe lo desconocido conocido. Es decir, sabemos que hay cosas que no sabemos. Pero también está lo desconocido desconocido, que son aquellas cosas que no sabemos que no sabemos».