En primer lugar, en la antigua Roma ser libre significaba ser un ciudadano y no un esclavo. Quería decir estar libre de la voluntad arbitraria de un amo o de la dominación de cualquier hombre. Los romanos creían que este estado de libertad solo era posible en un Estado de derecho y con una constitución republicana. Eran necesarios mecanismos jurídicos y políticos para garantizar que el Gobierno se centrara en el bien común, en la res publica. Solo si se daban estas condiciones podía un individuo esperar ser libre.

