Si la liberalitas era una virtud adecuada para los aristócratas y gobernantes, también lo era la educación en las artes liberales que los formaba para ella y que exigía disponer de abundante riqueza y tiempo libre para estudiar. Su propósito primordial no era enseñar a los estudiantes a enriquecerse o formarlos para una profesión, sino prepararlos como miembros activos y virtuosos de la sociedad. Su objetivo era enseñar a los futuros dirigentes a pensar correctamente y hablar con claridad en público, lo que les permitiría participar eficazmente en la vida civil. Los ciudadanos no nacían, se
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