Cuando se tiene una pena que no se puede confiar a nadie, hay que decírsela a Dios, que está en el cielo, y se le pide ayuda a él, porque él puede resolver nuestras dificultades. Lo entiendes, ¿verdad? ¿Te acuerdas todas las noches de dar gracias a Dios por lo que te da y de rogarle que te libre de mal?

