¿Ves, Heidi, por qué estás tan triste? Es que no tienes a nadie que te ayude. Piensa un poco el bien que te hará cuando tengas algo que te oprima y te atormente, y puedas ir a Dios y rogarle que te ayude. Porque él lo hace si nosotros se lo pedimos y así nos devuelve la felicidad.

