Jaime Llidó Domingo

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Gráficamente, se representa de la siguiente manera: LA LÍNEA DE LOS HÁBITOS FIGURA 11. Al principio de la gráfica (A), se requiere una gran cantidad de esfuerzo y concentración para realizar un hábito. Después de algunas repeticiones (B), la acción se vuelve más sencilla, pero todavía requiere atención consciente. Con suficiente práctica (C), el hábito se vuelve más automático que consciente. Pasando este umbral —la línea de los hábitos—, la conducta se puede realizar casi sin pensar. Un nuevo hábito se ha establecido.
Hábitos atómicos: Cambios pequeños, resultados extraordinarios
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