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sobre la que se elevaba la cabaña del Viejo. Expuesta a todos los vientos, pero situada de forma que recibía los rayos de sol de la mañana hasta la noche, la cabaña gozaba de un amplio panorama sobre todo el valle.
Al abrir los ojos, un rayo de sol dorado penetraba por la ventana e iluminaba, como si fuera oro, todo cuanto la rodeaba.
echaba de menos poder correr al aire libre.
ahora sintiese una dicha muy grande al despertarse en su nueva morada, pensando en todas las cosas bonitas que había visto el día anterior y en lo que podría ver hoy,
ella irá contigo y permanecerá a tu lado hasta que vuelvas.
en otro lugar brillaba vivo el color de las azules gencianas
la pequeña se sentía cada vez más embriagada del dulce perfume de tantas flores.
se tendió sobre la hierba soleada para reponerse de la fatiga de la ascensión.
un gran silencio les rodeaba; el viento acariciaba suavemente las delicadas gencianas azules
no se había sentido nunca tan dichosa como en aquel momento; absorbía los rayos dorados del sol, el aire fresco, el perfume de las flores y sólo tenía un deseo: poder permanecer allí siempre.
Allí arriba tiene su nido? ¡Qué bonito debe de ser vivir tan alto!
miraba como los rayos dorados del sol poniente iluminaban las flores multicolores. La hierba tenía un brillo rojizo y las rocas se encendían.
acuérdate que mañana estaré otra vez a tu lado, y que ya no has de balar con tanta tristeza.
«Si os separaseis y cada uno de vosotros se labrara su camino y se buscase una roca donde habitar como yo, mejor os irían las cosas».
Por qué no tienen nombre las montañas, abuelo? —preguntó después. —¡Vaya si lo tienen! —exclamó el abuelo y añadió—: Si me describes alguna que yo conozca, te diré cómo se llama.
Heidi le contó todo lo que había visto, y qué bonito era aquello, sobre todo el fuego que hubo un poco antes de oscurecer. Y
Cuando el sol se pone y da las buenas noches a las montañas, les envía sus últimos y más bonitos rayos para que no lo olviden hasta el día siguiente.
durmió toda la noche en el más dulce sueño sobre su lecho de perfumado heno y soñaba con las montañas grandiosas, de rocas carmesí,
vivía dichosa y alegre, como los pájaros en el bosque.
nada le parecía tan bello como aquel murmullo profundo y misterioso de las ramas.
cuando el sol quema mucho y se pone, dice buenas noches a las montañas y todo parece envuelto en fuego y las pequeñas flores brillan.
¡Ahora ya tengo algo en el mundo de que alegrarme otra vez!
Debe de ser muy triste para ella estar siempre en la oscuridad y encima con miedo y sin nadie
que la ayude.
el anciano tenía un modo de decir las cosas y de mirar, que hacían perder las ganas de contradecirle.
feliz y contenta como los pajaritos; cada día esperaba feliz la llegada de la próxima primavera;
¿Qué vida lleva usted aquí, tan solo, enemistado con Dios y con los hombres?
—Con la niña se nos ha ido toda nuestra alegría y los días parecen vacíos sin ella. ¡Ojalá pudiera oír su voz una vez más antes de morirme!
porque en nuestras montañas, cuando tienen más edad, dejan en seguida de ser originales y distintas de las otras,
Clara y Heidi
escuchaban la música con caras de felicidad.
le relataba larga e incansablemente su vida en los altos pastos de los Alpes, hasta que la nostalgia de las montañas se apoderara de ella y
Se quedaba, pues, sola y con tiempo más que sobrado para pensar en las montañas,
en las flores doradas, en la luz dorada del sol que hacía resplandecer todo cuanto había alrededor:
la nieve, la montaña y, a lo lejos, el valle. A veces su nostalgia era tan grande que ...
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aquí no se puede ver el sol ni decir buenas noches a las montañas!
en vez de irse a la montaña donde se vive tan bien.
Padre e hija se querían mucho y se saludaron con mucho cariño.
nacidos en el puro ambiente de la montaña, atraviesan la vida, por decirlo así, sin pisar la tierra.
uno de esos seres puros de las altas montañas que pasan por nuestro lado como un espíritu ideal.
—Deseo, pues —añadió acentuando las palabras—, que esa niña sea tratada siempre con cariño y que sus originalidades no sean consideradas como delitos.
no se debe creer todo lo que
puedan decir.
ante sus ojos desfilaban imágenes de los Alpes iluminados por los rayos del sol y cubiertos de flores.
Cuando se tiene una pena que no se puede confiar a nadie, hay que decírsela a Dios, que está en el cielo, y se le pide ayuda a él, porque él puede resolver nuestras dificultades.
un nuevo afán en el discípulo y un nuevo método por parte del maestro; ambas cosas tienen indudablemente algo bueno,
Dios es nuestro padre, un padre bueno que siempre sabe lo que nos conviene, aunque nosotros no lo sepamos.
Pero ten entendido que Dios ha oído tu voz.
aquel libro era su más preciado tesoro.

