No, no iba a llorar, no quería llorar, tenía que aclarar mi mente, sospesar todos esos posibles escenarios. Calcular qué cartas iban a tocarme a mí. Ninguna era buena. No quería seguir siendo partícipe de ese juego, no más, por favor, no cuenten conmigo. Planto. Como si uno pudiera escabullirse tan fácil del juego de la vida; así no funcionan las cosas, no es tan sencillo como pararse de la mesa de un casino, irse a casa y olvidar el asunto unas horas después frente al televisor. Arruinado o no, pero irse, escapar de aquello que nos jode. Nadie puede irse de su propia vida ni del juego que
...more

