No sé quién dijo que la muerte de alguien cercano requiere acompañamiento. Todo el mundo estorba. Uno quiere llorar mientras mira el techo. Uno quiere gritar apretando la boca contra la almohada sin que nadie se acerque y le diga que todo va a estar bien. Uno quiere estar solo y abrazarse a su dolor. Familiarizarse con él. Hacerse a la idea de que estará dentro de uno durante toda la vida.

