María Restrepo Mejía

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La mamá se agachó para ponerse a mi altura y me miró a los ojos rompiendo el hechizo de invisibilidad. Yo la miré a los suyos y supe que el remolino también la había devorado y devuelto rota en mil pedazos, que tomaría tiempo recoger y reparar. Y así, mirándonos, me dijo que el papá se había ido para el cielo. Aquella tarde, una parte de mí se fue al abismo, murió para poder acompañar a mi padre en ese viaje sin retorno. Ignoro cómo se vistió su espíritu para entrar al cielo;
Cómo maté a mi padre
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