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Kindle Notes & Highlights
by
John Flavel
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October 11 - December 18, 2020
una piedad que, aunque tiene su base en un sólido estudio de la Palabra, no obra aparte del Espíritu. Una persona puede tener conocimiento bíblico; sin embargo, tener una vida muerta en el Espíritu. Sobre esto, Flavel menciona: El reino y el poder del pecado pueden cohabitar junto con los más excelentes dones naturales bajo el mismo techo. Es decir, en el mismo corazón. Un hombre puede tener la voz de un ángel, y el corazón de un demonio… Los sabios fariseos no eran nada sino sepulcros bien pintados[2]
Flavel: Si descuidas la instrucción de tus hijos en los caminos de la piedad, ¿acaso también el diablo se descuidará en instruirlos en el camino de la maldad? No. Si no les enseñas a orar, el diablo les enseñara a maldecir, a insultar y a mentir. Si un campo no se cultiva, crecerán cardos y espinos.[4]
Guardar el corazón: No es otra cosa que el cuidado constante y diligente de un hombre renovado por preservar su alma en esa actitud santa a la que le ha llevado la gracia, y que procura sostenerla diariamente.[31]
El que realiza sus deberes sin el corazón, es decir, sin prestar atención, tiene la misma aceptación ante Dios que aquel que los realiza con doblez de corazón, es decir, hipócritamente (cf. Is. 66:3).[33]
Ver a un hombre humilde en tiempo de prosperidad, es una de las mayores rarezas del mundo, menciona Flavel citando a Bernardo de Claraval.[39]
debemos tener presente que ningún problema acontece a los creyentes sin el permiso expreso de Dios, y que Él no permite nada sobre Su pueblo que no vaya luego a redundar en un bien más grande para los que le aman.
La manera para evitar una ira pecaminosa es tener pensamientos bajos y humildes de nosotros mismos, para poder ser mansos y humildes para con otros.
La muerte no es dañina para el pueblo de Dios, sino que es el medio que nos lleva al deleite pleno del disfrute de Dios.
Richard Baxter aconseja: “Escribe en la puerta de tu tienda y tu dormitorio, ‘Debo estar en el cielo o en el infierno para siempre’”.[59]
La gracia puede hundirse durante un tiempo tan profundamente en el corazón en el cual ha entrado … que nadie más que Dios puede percibir su existencia.[62]

